Capítulo 2
En el momento en que Alicia escuchó ese nombre, quedó petrificada.
Era un nombre que solo sus seres queridos conocían.
Había crecido en un orfanato y nunca había pensado que estuviera perdida, que también tuviera una familia.
Le tomó mucho tiempo aceptar este hecho y solo pudo pedirle a la persona al otro lado del celular que proporcionara alguna prueba.
Después de hablar durante tres horas, finalmente confirmó que realmente era su hermano biológico.
En ese instante, Alicia sintió que todas las injusticias y resentimientos reprimidos durante años finalmente encontraron un desahogo.
Su hermano le explicó que su familia era la más rica y que la habían buscado incansablemente después de que se perdiera. Al no encontrarla en el país, se mudaron al extranjero con la esperanza de rastrearla.
Ahora que la habían encontrado, estaban ansiosos por que regresara para reunirse con la familia y compensarla adecuadamente.
Parecía que su hermano no sabía exactamente lo que ella había pasado y aún se preocupaba por su situación actual.
—Marta, ¿cómo has estado todos estos años? No te preocupes, papá, mamá y yo te daremos lo mejor del mundo. Por cierto, ¿has tenido novio? He estado buscando muchos pretendientes para ti todos estos años, esperando que vuelvas para que elijas, te mereces lo mejor.
La voz de su hermano se quebró ligeramente, y los ojos de Alicia también comenzaron a enrojecer.
Ella solía tener un novio.
Todavía recordaba la primera vez que vio a Bruno y cómo quedó impactada por él, y cómo se llenó de alegría, como si fuegos artificiales explotaran en su mente, cuando él le confesó su amor de manera inesperada.
Durante esos años, Bruno la acompañó a perseguir puestas de sol, observar estrellas y preparó espectáculos de fuegos artificiales románticos solo para ver su sonrisa de sorpresa.
Bruno luchó por ella hasta romperse dos costillas, condujo por tres calles en una noche nevada solo para comprarle el helado que quería, y le calentaba el estómago y preparaba té de azúcar moreno durante sus períodos menstruales, asegurándole que siempre sería su caballero.
Pero toda esa felicidad se detuvo el día que Sofía regresó.
Después de la llegada de Sofía, Alicia ya no era la única persona en el corazón de Bruno.
Alicia no quería recordar todo lo que había sucedido en esos años, y con la voz entrecortada, le respondió a su hermano.
—No tengo novio, voy a hacer los trámites para reunirme con ustedes inmediatamente.
Después de charlar un poco más, la llamada se cortó con renuencia.
Alicia yacía en su cama, dándose vueltas y vueltas, incapaz de dormir.
Mirando la oscuridad de la habitación, recordó cómo Gabriel la había llevado a casa y había decorado personalmente una encantadora habitación de princesa para ella.
Cuando tenía pesadillas por la noche, contrataba a muchos psicólogos para que la ayudaran y le contaba cuentos antes de dormir para consolarla.
Hablaba con ella siempre en voz baja y presentaba a todos que ella era su hermana más querida, cumpliendo todos sus deseos.
Pero cada vez que cerraba los ojos, soñaba con su vida en la prisión.
La comida con piedras, los prisioneros que la golpeaban, los guardias que la insultaban deliberadamente.
Despertaba llorando, con la cara mojada de lágrimas.
Alicia se sentó sola hasta el amanecer, hasta que finalmente calmó sus emociones.
Tomó sus documentos de identidad y fue a la oficina de inmigración para tramitar sus documentos de migración.
Los trámites estaban en proceso, y pronto podría volver con su verdadera familia, para nunca regresar.
Al atardecer, cuando Alicia regresaba a casa, Sofía la golpeó duramente.
La carpeta con sus documentos cayó al suelo y casi se dispersó.
No quería que supieran que se iba, así que rápidamente recogió todo y se dirigió a su habitación.
Pero Sofía la detuvo y levantó un trofeo que tenía en la mano con aire de ostentación:
—Has estado en la cárcel durante cuatro años y te has vuelto como un ratón, siempre escondiéndote. ¿Sabes que no puedes mostrarte en público? Acabo de ganar el premio a la Mejor Nueva Artista. El trofeo es bonito, ¿verdad? Todo gracias a las obras que dejaste atrás, que me permitieron ganar tantos premios y entrar con éxito en la industria de la música.
Alicia mordió su labio, conteniendo la ira que ardía dentro de ella.
Sabía que Sofía la estaba provocando a propósito, y sin prestarle atención, se giró para irse.
Pero justo entonces, fue empujada con fuerza y perdió el equilibrio, golpeándose la cabeza contra un adorno de florero cercano.
Los fragmentos de vidrio salpicaron, cortándola en innumerables lugares.
La palma de su mano fue perforada, dejando una visión grotesca y ensangrentada.
Gritó de dolor, justo cuando se oían pasos apresurados por las escaleras.
Sofía cambió de expresión y también se tiró al suelo, llorando: —¿Por qué me empujaste a propósito?
Bruno y Gabriel, al ver a Sofía en el suelo llorando lastimosamente, miraron a Alicia con rostros oscuros y furiosos.
Ante sus silenciosas acusaciones, Alicia, soportando el dolor, intentó explicar: —La persona cubierta de sangre soy yo, ¿no pueden ver quién empujó a quién?
—Es mi culpa, no debería haber compartido el trofeo y hacer que Alicia se enojara. Ella actuó impulsivamente y me culpó a propósito, no la culpen.
Aunque los hechos y la evidencia estaban frente a ellos, tan pronto como Sofía hablaba, Bruno y Gabriel creían sin dudar en ella y reprendían a Alicia.
—Sofía ha conseguido todo por su esfuerzo, ¿tienes envidia, verdad?
—Pensé que te arrepentirías sinceramente en la cárcel, pero en cambio has empeorado. ¡Alicia, estoy muy decepcionado contigo!
Dicho esto, levantaron a Sofía, sacaron un botiquín y comenzaron a tratar sus heridas.
Alicia, viendo la preocupación en sus rostros, ya no pudo contenerse y preguntó:
—¿Es que solo si muero creerán que nunca he hecho nada para herirla?