El día que Alicia Pérez salió de prisión, el viento helado la hacía temblar.Con sus delgadas manos se abrazaba a sí misma sobre su vieja chaqueta de algodón, arrastrando las doloridas rodillas mientras daba pasos lentos fuera de la gran puerta.Afuera, el conductor de un lujoso deportivo que la esperaba bajó rápidamente para recoger su equipaje.—El Señor Bruno y el Señor Gabriel están celebrando el cumpleaños de la Señorita Sofía; me enviaron especialmente para traerte a la fiesta.Tras un breve instante de estupefacción, Alicia asintió con debilidad.