Capítulo 346
Se rompió la ropa y ya no tenía qué ponerse.
Pero Raquel no cooperaba; solo quería un poco más de calor, aún más calor. Cuando su pequeña mano, que él sostenía, se soltó, enterró su rostro en su cuello y susurró: —No, qué frío...
Con su enfermedad, su voz sonaba suave, como si estuviera mimando.
Por supuesto, Alberto sabía que, aunque no estuviera enferma, ella también sabía cómo consentirlo cuando estaban en la cama.
Ella siempre había sido una pequeña hechicera.
Sin embargo, después del divorcio, hacía mucho tiempo que no experimentaba algo así.
Alberto aguantó un momento, pero no pudo evitarlo. Su mano cayó sobre los botones de su ropa y comenzó a desabrocharla.
Todo comenzó a volverse caótico; Alberto giró y la presionó contra la cama. Él le quitaba la ropa mientras ella, de manera desordenada, arrancaba la suya.
La camisa blanca que él llevaba se desabrochó parcialmente, y las dos escápulas de su espalda se abrieron, mostrando una sensual hendidura ósea. Raquel, con sus pequeñas m

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