Capítulo 347
Ellos ya se habían divorciado.
Alberto no olvidó. —Tienes fiebre, estoy dándote calor.
Raquel dijo. —No hacía falta tanto, ¿también haces lo mismo por otras mujeres?
—Otras mujeres no harían lo que tú, no me desabrocharían los botones de la camisa ni me quitarían la ropa, fuiste tú quien comenzó.
Raquel echó un vistazo; uno de los botones de su camisa ya no estaba, claramente era obra de ella.
Raquel estiró la mano y lo empujó. —¡Lárgate!
Alberto le sujetó ambas manos, que se movían descontroladamente, y las presionó contra la cama, luego se inclinó y la besó en la cara.
Quiso seguir.
Raquel luchó con todas sus fuerzas. —Alberto, ya estamos divorciados, si lo que quieres es estar con Ana, búscala. Si vas a estar con dos o más mujeres, deberías hacerte chequeos médicos regularmente, ¡cuidado con las enfermedades!
Alberto se rió de ira, ella seguía igual, mordaz y con lengua afilada.
Alberto le apretó el rostro. —No he tocado a Ana.
¿Qué dijo?
¿No ha tocado a Ana?
Raquel se quedó paraliz

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