Capítulo 345
Alberto miró a Carlos por un momento. —Descansa bien, hablamos mañana si es necesario.
Esa noche, tanto Raquel como Carlos necesitaban descansar, y ya discutirían sobre la partida al día siguiente.
Con Alberto a su lado, Carlos se sintió aliviado y asintió. —Está bien.
Alberto levantó a Raquel y la sacó de la habitación. Azucena estaba afuera, y al verlos, se acercó rápidamente. —Alberto, ¿tu hermana está bien?
—Mi hermana tiene fiebre alta, Azucena, ¿podrías prepararnos una habitación?
Al ver el rostro refinado y atractivo de Alberto, Azucena, una joven que claramente adoraba la belleza, no pudo negarse. Usó su influencia como hija del jefe de la aldea para conseguirles una habitación limpia.
Alberto colocó a Raquel sobre la cama. Ella estaba helada, con la frente bañada en sudor frío, y su delicada y suave melena se pegaba a su frente perfecta. Era una visión tan cautivadora que resultaba imposible no admirarla.
Alberto extendió la mano y, con cuidado, apartó un mechón de su frente.

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