El multimillonario de Solarena, Alberto Díaz, estuvo en coma durante tres años, y su esposa, la señora Díaz, Raquel Pérez, lo cuidó durante todo ese tiempo. Sin embargo, cuando él despertó, Raquel descubrió en su teléfono un mensaje ambiguo, pues su primer amor había regresado al país. Los amigos que siempre lo habían despreciado a ella se reían y decían: —Su primer amor, una mujer que parece un cisne, ha vuelto. Ya es hora de deshacerse de esta esposa que parece un pato feo.Fue entonces cuando Raquel se dio cuenta de que Alberto nunca la había amado; ella era simplemente una triste broma. Así que, una noche, el presidente Alberto recibió el contrato de divorcio de señora Díaz, con la razón de la separación: problemas de salud en el esposo. Con el rostro sombrío, el presidente Alberto fue a buscarla, pero al llegar, descubrió que la que antes era un "patito feo", la señora Raquel, ahora vestía un elegante vestido largo, su figura se veía esbelta y algo cansada, iluminada por las brillantes luces, y se había transformado en una figura de liderazgo en el ámbito médico. Al verla acercarse, la señora Raquel sonrió con gracia y le dijo: —¿Presidente Alberto, ha venido a tratar enfermedades masculinas?