Capítulo 97
Al ver a Rocío llevando un tazón de fideos a la habitación contigua, Tomás sintió una amargura indescriptible.
Rocío solía hacer esas cosas por él, pero ahora su atención estaba dirigida a otra persona.
Descubrir lo doloroso que era ver a la persona que amas cuidando de alguien más lo hacía sentirse como si el corazón se le partiera en mil pedazos. La envidia lo carcomía por dentro, llevándolo al borde de la locura.
Tomás ni siquiera se atrevía a imaginar cuánto debió dolerle a Rocío cuando él y Carmen, frente a sus ojos, mostraban su afecto con gestos íntimos y desenfadados.
Todo había sido una mentira, pero no podía decírselo.
Ahora que todo había cambiado, él sabía que esto era el resultado de sus propias decisiones.
Cuando Rocío regresó después de llevar los fideos, no se había quedado mucho tiempo con José. Sin embargo, esos pocos minutos para Tomás habían sido eternos.
Al verla entrar, Tomás rápidamente esbozó una sonrisa forzada y la invitó a cenar.
Sirvió dos

Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil