Capítulo 96
Tomás sentía un dolor tan intenso en el pecho que apenas podía soportarlo. Sus manos temblaban mientras la abrazaba, pero hizo un esfuerzo por controlar sus emociones y la soltó.
Retrocedió medio paso y, con voz ronca, se disculpó: —Lo siento, te asusté.
Rocío curvó levemente los dedos de su mano, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa tranquila: —En serio no pasa nada. Estoy segura de que fue porque estabas medio dormido y simplemente te confundiste. No te preocupes en verdad que yo por mi parte no voy a darle importancia. Pero, por favor, que no vuelva a suceder. No quiero que mi cuñada tenga malentendidos ni mucho menos.
Los ojos de Tomás se llenaron de tristeza. Sabía que Rocío, siendo tan inteligente como era, había entendido perfectamente lo que significaban sus palabras anteriores.
Sin embargo, su primer instinto había sido distanciarse y negarlo.
Y esa palabra, cuñada...
Tomás finalmente comprendió lo que significaba pagar las consecuencias de tus propias accione
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