Rocío Ortega había estado enamorada en secreto de su hermano adoptivo durante quince años. Desde pequeña, Tomás López la había consentido, mimado y nunca había permitido que tuviera ni un rasguño. Ese amor tan incondicional le había dado a Rocío el coraje para confesarle su amor, Pero, nunca esperó que la respuesta de él fuera la más dura posible: —De verdad, me das asco.Tomás se comprometió rápidamente y permitió que su prometida le hiciera la vida imposible a Rocío. En ese momento, ella perdió toda esperanza y se largó sin mirar atrás. Cuando se encontró en los brazos de otro hombre, Tomás enloqueció y le rogó humildemente que regresara. Pero, de su amor no quedaba nada, y ya no había nadie esperándolo como antes.