Capítulo 98
Tomás no pudo pegar el ojo en toda la noche.
Permaneció despierto hasta el amanecer, con los ojos abiertos, incapaz de calmar su mente. Cuando el sol comenzó a iluminar el cielo, bajó las escaleras en silencio.
Al poco tiempo, Rocío también bajó, y lo primero que vio fue a Tomás ocupado en la cocina.
Por un instante, esa imagen se superpuso con los recuerdos que tenía de él. Pero a medida que lo observaba, la escena se volvía borrosa y distante.
Rocío bajó la mirada, apartando su atención de él.
—Rocío, ya estás despierta.
Tomás había notado su presencia desde el primer momento en que ella apareció. Al ver que estaba a punto de irse, salió de la cocina apresuradamente con la olla de fideos en las manos.
—Hice fideos con vegetales y jamón. También freí un par de huevos. Si quieres comer otra cosa, dímelo y lo preparo para ti.
Rocío no respondió.
Tomás colocó la olla sobre la mesa y la miró con una sonrisa que tenía algo de suplicante.
—Si no tienes tiempo ahora, pue
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