Capítulo 7

Cuando los efectos de la anestesia terminaron, Alicia despertó. Al abrir los ojos, vio a Bruno y Gabriel soltar un suspiro de alivio. —Ali, conseguimos toda la sangre disponible en la ciudad para tu operación. Por suerte, estás bien. —¿Te duele algo? Llamaremos al médico de inmediato para que te revise. La preocupación y el cuidado eran evidentes en sus ojos, pero Alicia solo se sentía agotada. Todavía revivía en su mente la escena que había presenciado antes de perder el conocimiento, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Así que no dijo nada, simplemente se quedó mirando fijamente al techo. Los dos hombres, creyendo que algo grave le sucedía, trajeron a varios médicos con premura. Sin embargo, ella continuó en silencio. Finalmente, un psiquiatra diagnosticó que probablemente sufría un trastorno de estrés postraumático y elaboró un plan detallado de tratamiento. Bruno y Gabriel fruncieron el ceño al leer el informe: —¿Cómo puede un accidente de carro causar un trauma psicológico tan severo? El médico respondió con cautela: —No necesariamente fue solo el accidente. Podría tratarse de una serie de eventos anteriores que dejaron una huella. Les sugeriría reflexionar sobre lo que ha vivido la paciente en los últimos años para encontrar el origen del problema. ¿No ha estado Alicia en la cárcel estos años? ¿Qué podría haber pasado? Mientras lo pensaban, ambos recordaron las heridas que le habían visto en el cuerpo antes del concierto. No sospecharon de Sofía. Solo asumieron que Alicia había sido maltratada durante su encarcelamiento, así que ordenaron de inmediato a un secretario: —Ve a la cárcel y trata de conseguir los videos de vigilancia de estos años. En la cama del hospital, finalmente apareció algo de expresión en el rostro de Alicia. Apenas alzó la mirada, vio a Sofía. Ella detuvo al secretario y entró en la habitación en silla de ruedas, mirando directamente a Alicia con una expresión de lástima: —¿Por qué me golpeaste de repente en el carro? ¿Hice algo mal? La temperatura en la habitación descendió a un punto de congelación tras esa pregunta. Los hombres miraron incrédulos a Alicia y le preguntaron con severidad: —¿Sofía, amablemente, quiso llevarte a casa y tú la atacaste por la espalda? —Pensé que el accidente fue eso, un accidente, ¡pero resulta que fue por tus celos! Al ver sus miradas frías, Alicia apretó su ropa con fuerza, reprimiendo la rabia: —Ella despidió al conductor, cerró las puertas para que no pudiera salir y puso en la pantalla del carro un video donde me golpeaban en la cárcel... Sofía interrumpió sus palabras con lágrimas, rompiendo en llanto: —He cometido errores en el pasado, pero me he arrepentido y he cambiado. He hecho muchas obras de caridad, todo el mundo lo sabe. Solo quería superar mi miedo psicológico, por eso intenté conducir... Bruno y Gabriel se apresuraron a consolarla, secándole las lágrimas. Alicia, incapaz de contenerse más, contestó con frialdad: —¿Sigues tergiversando la verdad? ¡Querías atropellarme, todo quedó grabado! Sofía lloró aún más, mirando a los hombres con ojos borrosos: —No les he mentido, pueden revisar la grabadora del carro. Pronto trajeron el video del carro antes del accidente. Al ver a Alicia perder el control en la grabación, la mirada de Gabriel se volvió más fría que el hielo: —Es evidente que actuaste con premeditación. Distrajiste a Sofía mientras conducía. ¡Eso causó el accidente! ¿Qué más puedes decir en tu defensa? Alicia no podía creer que solo hubieran grabado los últimos minutos. Con la mente en caos, recordó que aún llevaba una cámara oculta. Rápidamente sacó el collar con la microcámara escondida. —Tengo más pruebas. —¡Basta! Bruno la miró con decepción, su voz cargada de enojo: —¿Hasta cuándo vas a seguir con esto? Antes, cuando heriste a Sofía, lo dejé pasar como una travesura. Pero ayer casi la matas. ¿Tanto odias que haya tomado tu lugar? Pero no lo olvides... ¡Ella es la verdadera hija de la familia Pérez!