Capítulo 245
Él desgarró mi blusa y mi minifalda en un arrebato de ira.
Sentí vergüenza y enojo.
La ropa ya era bastante ligera y, al tirar de ella, casi se cayó, dejándome casi expuesta.
—¿Víctor, estás loco? —grité.
Mi grito atrajo la atención de algunos matones en la entrada del callejón. Silbaron y rieron entre dientes.
Parecía que este tipo de escena no les sorprendía.
A fin de cuentas, estábamos en un bar y era común ver a hombres y mujeres borrachos forcejeando.
Rápidamente cerré la boca y empujé con fuerza a Víctor: —Suéltame. Tengo... Tengo amigos aquí.
Víctor contuvo su furia explosiva. Me presionó contra la pared con manos y pies, riéndose fríamente: —¿Amigos? ¿Qué amigo te trajo a un lugar como este? Sara, pensé que habías aprendido a comportarte. Pero sigues siendo la misma de siempre.
—Te gusta seguirme por todas partes, intentando controlarme. Basta, Sara, ya no eres una niña. ¿No te cansa este juego?
La presión era tan fuerte que me costaba respirar.
Su cuerp
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