Capítulo 244
El señor Julián entrecerró los ojos, sus ojos estrechos destilaban frialdad.
Sonrió y dijo: —Vaya, una novata. No te he visto antes, ven aquí para que te vea mejor.
Me quedé paralizada, y luego mi cuerpo comenzó a temblar aún más.
La gerente de turno rápidamente se interpuso frente a mí, inclinándose y asintiendo: —Señor Julián, como la novata no conoce las normas, sería malo si accidentalmente lo ofendiera.
Señor Julián, sin levantar la vista y con una sonrisa irónica, me miró fijamente: —¿Ya me has ofendido sin hacer casi nada? Ven aquí.
Pronunció esas últimas palabras con una ligereza que escondía una amenaza escalofriante.
Víctor me miró, y esa pizca de preocupación en sus ojos solo aumentó mi sensación de peligro.
Avancé lentamente hacia él.
El señor Julián me examinó de arriba abajo con un interés vivaz.
Preguntó: —¿Cómo te llamas?
Entré en pánico, mi mirada vagando sin rumbo: —Yo... Manzanita.
Mi vista se posó en un plato de frutas en la mesa.
Señor Juliá
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