Capítulo 122
Para ser sincera, si no fuera por mi deseo de conocer la verdad, ya habría seguido a Anita de regreso.
La chica de rostro redondo me sonrió: —Ya entiendo. Por cierto, Señorita Sara, me llamo Verónica, soy del departamento de recursos humanos. Puedes llamarme simplemente Verónica.
Dicho esto, sacó una gran bolsa: —Tengo muchas cosas aquí. Déjame ver qué necesitas.
De su bolsa, como si fuera un truco de magia, sacó base líquida, lápiz labial, esponja para el maquillaje e incluso un aceite aromático para despejar la mente.
A través de su conversación, me enteré de que lo sucedido con Natalia se había esparcido por toda la empresa en menos de diez minutos.
Verónica se rió entre dientes: —Señorita Sara, escuché que mucha gente ya dice que le tocaba irse. Mis compañeros están diciendo que esta noche hay que salir a celebrar con una gran cena.
Le pregunté: —¿Es tan mala?
Verónica bajó la voz: —No es tan mala, solo que se aprovecha de su belleza para intimidar a los nuevos. A las compañeras la
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