Capítulo 103 Súplica
—La mano con la que la golpearon, esa misma córtenla.
Una voz indiferente reverberó en los oídos de Sara mientras el sudor se acumulaba en su frente. Sus pupilas se dilataron al ver el cuchillo de cocina en el suelo, llenándola de terror y pánico.
Empezó a sacudir la cabeza con frenesí: —No, no quiero eso, solo le di una bofetada.
—¿Solo eso? —Un brillo cruel cruzó los ojos de Sergio, cargados de una intención frígida y siniestra. Con los labios apretados, su expresión era de una frialdad extrema,—Yo también solo quiero una de tus manos.
El rostro de Sara se palideció como el papel, sin un atisbo de color. Perdiendo el equilibrio y tambaleándose sin poder mantenerse firme, se apresuró a agarrar la ropa de Pablo, aferrándose a lo que parecía ser a su única esperanza.
—Pablito, Pablito, sálvame, no quiero perder una mano, todo lo que he hecho, lo he hecho por ti.
Las lágrimas llenaban sus ojos, auténticas, reflejando su verdadero miedo.
Porque podía ver que Sergio no solo estaba hablando

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