Capítulo 63

El gerente estaba evidentemente incómodo. Justo cuando no sabía en ese momento cómo responder, Silvia se levantó de su asiento y se acercó con una expresión más serena que nunca: —¿Diego te pidió hacer esto, verdad? —¡No, no, no! —el dueño del restaurant asustado negó: —No fue el señor Diego. —¿Dónde está él? —Silvia, no pudiendo pensar en otra persona y convencida de que Diego estaba involucrado en todo este embrollo, preguntó: —¿Está al lado o ya se fue? Antes, cuando él la llevaba a observar chismes, siempre elegía una mesa al lado y; la verdad ella no creía que hubiera cambiado ese hábito después de tantos años. El gerente del restaurante, sudando frío, , nunca había anticipado este giro tan drástico de los acontecimientos. —Que venga aquí. —Se escuchó la voz de José a través del audífono del gerente. Con el corazón inquieto y viendo la seriedad en los rostros de Silvia y Ramón, el gerente respondió con honestidad: —El señor Diego y nuestro gerente, el señor José están esperando en