Capítulo 83
Ángeles sonrió, pero su sonrisa no llegó a los ojos; en cambio, se tiñó de un matiz burlón.
¿Había llegado Paula tan temprano solo para usar esa excusa tan endeble y retener a Gonzalo tanto tiempo, permitiendo a Lucía la oportunidad de actuar?
Los fragmentos de vidrio que pisaba indicaban que Lucía había entrado furtivamente mientras ella había salido del sótano a buscar el botiquín.
Todos esos frascos en el estante, llenos de medicamentos y venenos; si faltara alguno o el orden de estos se alterara, sería imposible notarlo.
Interesante.
Ángeles tomó una profunda respiración, reprimiendo cualquier pensamiento de ira o desilusión en su corazón, y continuó concentrándose en su lectura.
...
Al mismo tiempo, después de ayudar a la cojeante Lucía a salir del sótano y observar que Gonzalo y Ángeles no subían, Paula soltó su mano con una expresión de disgusto.
—¿Conseguiste el objeto? Dámelo.
—Lo conseguí. —Respondió Lucía, apretando los labios y pálida. —Pero esto es veneno, ¿para qué
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