Capítulo 82
Curiosamente, Paula también había llegado a Casa Vargas.
Ángeles sintió una sensación extraña en su corazón, como si algo no estuviera bien. Antes de que pudiera reflexionar más sobre ello, la voz preocupada de Gonzalo interrumpió sus pensamientos.
—Ángeles, ¿por qué llevas ese botiquín? ¿Te has lastimado?
—No, es Lucía.
Procedió a contar lo sucedido; no tanto para defender a Lucía, sino porque los traviesos hijos de Daniel realmente eran un problema. Si continuaban comportándose de esa manera, sin duda desarrollarían un carácter deplorable.
Al oír esto, Gonzalo frunció el ceño y le ordenó al mayordomo que estaba detrás de él: —¡Esos niños son imposibles de manejar! Ve, haz que se queden de pie frente a la pared durante dos horas y que cada uno escriba dos sets de exámenes. No podrán cenar hasta que terminen.
Ángeles arqueó una ceja.
No es de extrañar.
Con castigos tan leves, no sorprende que estos niños traviesos no sientan temor alguno.
Paula, observando a Ángeles, y luego, enla
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