Capítulo 32

¡Pum! resonó en la habitación, que quedó en silencio de inmediato. Ana abrió mucho los ojos, y las lágrimas comenzaron a caer en cascada desde el rabillo de sus ojos, mirando a Carlos con incredulidad. ¡Él... Él... Había osado golpearla, y encima en el día de su boda! —Carlos, tú me golpeaste...— Ana, sosteniéndose la mejilla, mordía firmemente sus labios, llenándose de resentimiento, pero Carlos, lejos de consolarla, la había golpeado. Carlos, visiblemente molesto y con una sombra oscura sobre su rostro, dijo con tono grave: —Si no fuera por ti, no habría pasado tanta vergüenza hoy. ¡Y todavía tienes el descaro de mencionarlo! Dicho esto, se giró. —Estás embarazada, probablemente estés cansada, mejor vuelve y descansa. —¿Qué... Qué quieres decir con eso?— Ana se quedó paralizada un momento, mirando a Carlos. ¿Estaba sugiriendo que se fuera? ¡Pero hoy era su boda! —Vuelve ya, no sigas haciendo el ridículo aquí.— Carlos gruñó y se marchó sin mirar atrás, dejando a Ana sola, sentada y at