Capítulo 31
Oscar se rió ante la idea de Belén, extendiendo la mano para pellizcar su suave y delicada mejilla. —No te preocupes, cuando tengamos la oportunidad, te explicaré.
Justo después de hablar, el teléfono en su bolsillo empezó a sonar. Oscar contestó la llamada, y lo que le dijeron del otro lado hizo que su frente, antes relajada, se frunciera de inmediato. —Está bien, entendido. Espera ahí, estoy en camino.
Tras colgar, Oscar miró a Belén y dijo en voz baja: —Tengo que atender un asunto urgente. Ya he enviado un mensaje al mayordomo para que venga a buscarte, quédate aquí un momento.
Belén, que siempre había sido consciente de su situación, no insistió y asintió con la cabeza: —Entiendo, ve rápido.
Oscar no se demoró y se marchó de inmediato.
Belén aún llevaba puesto el complicado vestido de novia y sus tacones altos le habían causado molestias todo el día, por lo que simplemente buscó un lugar donde sentarse a descansar.
El mayordomo acababa de llevar a Doña Carmen a casa y probablemente
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