Capítulo 90
—Solo me pregunto qué malentendido tiene usted conmigo, abuela, para que en nuestro primer encuentro me insulte a mí y a mi madre de esta manera tan cruel.
—Sé que nuestra familia no tiene tanto dinero como la familia López, pero yo también tengo mi dignidad. Si he cometido alguna ofensa hacia usted, puede decírmelo directamente. No hay necesidad de recurrir a amenazas ni a humillaciones para atacarnos.
Carmen mantenía una actitud elegante mientras hablaba. Al final, sus ojos se enrojecieron y las lágrimas parecían a punto de caer, aunque se mantenía firme. Si no se conociera su verdadera naturaleza, sería fácil caer en el engaño de su fragilidad.
Sin embargo, era una pena que, hace más de veinte años, doña Isabel ya hubiera visto de primera mano qué tipo de persona era Laura, la madre de Carmen. Hoy no iba a cambiar de opinión por unas cuantas palabras bonitas.
—Hablas bien, lo admito, pero si lo que pretendes es seducir y engatusar a Tomás, eso jamás sucederá. —Doña Isabel
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