Capítulo 41
Rocío no notó ese cambio sutil. Alzó la vista y vio al director haciéndole señas con un tono amable: —Rocío, ven y siéntate.
El joven reaccionó de inmediato y, queriendo causar una buena impresión, retiró la silla junto a él.—Siéntate aquí, maestra Rocío.
Al ver el entusiasmo de todos, Rocío sintió alivio y se acercó para tomar asiento.
Alejandro la siguió y ocupó la silla vacía a su izquierda.
El joven se acomodó a la derecha de Rocío y comenzó a presentarse: —Me llamo Diego González, ella es María García. Nosotros, al igual que tú, estamos aquí para enseñar en la Escuela Primaria Luna.
La joven, al ver que Rocío se acercaba, forzó una sonrisa y asintió con la cabeza a modo de saludo.
—Esta es Lila Ramos—, indicó Diego, señalando a una mujer de mediana edad con gafas sentada frente a ellos. Luego apuntó al hombre de mediana edad a su lado, —Carlos Fernández.
Rocío saludó a cada uno y se presentó brevemente.
Apenas terminó de hablar, María la miró y preguntó: —Maestra Rocío, siendo de
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