Capítulo 249
José hablaba con un tono informal, pero en su rostro se deslizaba inconscientemente un atisbo de esperanza.
Rocío, al ver la expectativa en sus ojos, finalmente no pudo pronunciar las palabras de rechazo.
Mirando la llave en la palma de su mano, la guardó solemnemente.
Alzando la vista hacia José, sonrió y dijo: —Está bien, la guardaré por ti por ahora. Si deseas recuperarla, solo dímelo en cualquier momento.
Al oír su aceptación, un brillo cruzó por los ojos de José y finalmente se dibujó una sonrisa en sus labios.
—Bien.
—Entonces entraré primero —dijo Rocío y, de repente, recordó—: Ah, y tu bufanda, te la devuelvo.
Dicho esto, rápidamente intentó quitársela para devolvérsela a José.
José no la tomó, y con un gesto algo avergonzado se tocó la nuca, y dijo como si nada: —Quédatela, es nueva. Solo la usé al venir, no te preocupes.
Rocío no había pensado mucho en ello antes y no se había percatado, pero al escuchar a José, bajó la vista para examinar detenidamente la bufanda que acababa

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