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Capítulo 121

Después de la fuerte lluvia de la noche anterior y el frío, Tomás había estado afuera bajo la lluvia casi congelándose y ni siquiera pensó en irse. Sin embargo, ahora que de repente estaba dispuesto a irse, Rocío no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Viendo su expresión de incredulidad, Tomás no tuvo más remedio que sacar su celular y llamar a Javier. —La dirección a la que me llevaste la última vez, pide un taxi para que venga a buscarme en un rato. Después de recibir una afirmación de Javier, Tomás colgó y miró a Rocío. —Ahora que lo escuchaste, ¿ya me crees? Aunque Rocío todavía no estaba del todo convencida, dado que Tomás había aceptado irse tan rápido, ella no iba a insistir más. —Vamos, desayunemos. Tomás aceptó su actitud, no dijo más, y se dirigió a la cocina para servir el desayuno que había preparado. Comieron en silencio. Después del desayuno, Rocío no se apresuró a ir a la escuela, sino que subió para asegurarse de que Tomás empacara sus cosas. Al ver que ya era

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