Capítulo 68
Gabriela se giró para ver a una dama elegante, llena de madurez, que estaba abrazada íntimamente con un hombre de mediana edad, alto y de vida acomodada.
La hermosa dama tenía los ojos rojos de tanto llorar y gritaba: —¡Mamá! Si quieres volver a casa, entonces volvamos.
Lucía se lanzó a los brazos de Señora Isabel, —No te hospitalizarán más, regresaré a casa contigo. Siempre que te traigan al hospital para tratamiento, volveré contigo después.
—Lucía, extraño a mi querida.
Las dos se abrazaron llorando.
Al ver esto, Gabriela salió discretamente de la habitación del hospital.
—¿Doctora Gabriela, verdad? Soy Juan Aguilar, la señora de allí es mi suegra. Todos hemos oído que la situación era crítica, gracias por salvarla, seguramente te compensaremos generosamente,— dijo el hombre de mediana edad, con una cortesía distante.
Esa aura de superioridad siempre se manifestaba de alguna manera.
—No hay de qué, es mi deber.
Gabriela dijo con calma: —Ustedes deberían organizar a alguien para cuid
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