Capítulo 67
Gabriela empujó la puerta con rapidez y entró.
Señora Isabel yacía en el suelo, pálida como la cera, con una mano sobre el pecho, y pronto perdió la conciencia.
Con expresión grave, Gabriela presionó rápidamente el timbre de emergencia de la cama.
—¡Señora Isabel!
—¡Señora Isabel, despierte!
Era un momento crítico y la estación de enfermeras estaba poco concurrida durante la hora del almuerzo. Gabriela acostó a la señora Isabel y notó que su respiración era débil y su corazón latía a un ritmo alarmantemente bajo.
Colocó una palma en el centro del pecho de Isabel y con la otra comenzó a realizar compresiones cardíacas.
—¡Uno!
—¡Dos!
Contaba nerviosamente cuando una enfermera llegó rápidamente para llamar a cardiología.
—Coloque la máscara de oxígeno, aplique los electrodos.
—¡Sí! Gabriela, ¡mantén la calma!— La enfermera se arrodilló al lado, preparando el equipo. En esos momentos críticos, las enfermeras saben que no deben interrumpir a un internista.
—¡No necesitamos desfibrilador! ¡C
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