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Capítulo 5

Cuando el sr. Valentine abrió la puerta, la sala se llenó rápidamente del olor a alcohol; así que, el hombre notó inmediatamente que en la pequeña mesita de té, había algunas botellas de vino, las cuales había atesorado durante muchísimos años. Además, no podía creer que todas esas botellas ahora estuvieran complemente vacías, en especial, porque cada una de ellas valía millones. Sin embargo, mirando alrededor de la casa, también se dio cuenta de la mujer que estaba acostada en el sofá, quien tenía el rostro un poco sonrojado, maldecía en voz baja y mencionaba ocasionalmente el nombre de su esposo; mientras tanto, tras escucharla y verla en ese estado, un rastro de disgusto apareció en el rostro del hombre, y supuso que después de convertirse en su esposa, la mujer realmente estaba demostrando sus verdaderas intenciones. Por su parte, al escuchar el sonido de la puerta, Eliza eructó inconscientemente, se dio la vuelta para ver de quien se trataba y preguntó con curiosidad: "¿Quién eres tú?". A decir verdad, Eliza estaba tan borracha que se había desorientado un poco; así que, cuando notó que alguien entraba por la puerta, se puso de pie para darle la bienvenida. Sin embargo, al descubrir que era un hombre guapo, elegante y con rasgos bien definidos, ella pensó inmediatamente: "¡Es tan guapo como Jay! Espera, él es Jay, ¿cómo se atreve a estar aquí?”. Al estar extremadamente confundida y con toda la furia que le tenía en ese momento a su ex novio, ella frunció el ceño seriamente, levantó su mano para abofetearlo; pero, justo en ese instante, el sr. Valentine atrapó su muñeca. Mientras tanto, al ver el estado de la mujer, el hombre también se llenó de rabia y preguntó apresuradamente: "¿Cuánto bebiste?". De hecho, Eliza estaba tan borracha que su cuerpo era débil e inestable; incluso, justo cuando el sr. Valentine le agarró de la muñeca, ella se tambaleó, cayó al suelo y respondió casualmente: "Yo no bebí, no bebí ni un trago". Luego de decirle eso, Eliza se arrojó de inmediato sobre él, lo abrazó fuertemente de la cintura y le dijo: "Jay, te extraño mucho". En realidad, debido a la borrachera, ella se había confundido bastante que empezó a tratar al sr. Valentine como a su ex novio y, en un tono coqueto pero con lágrimas en sus ojos, añadió: "Jay, por favor, no creas que soy una p*rra. Te aseguro que no lo hice a propósito, debes creerme". Cuando el hombre se dio cuenta que las lágrimas de la mujer habían mojado su ropa, él se sintió un poco furioso y frunció el ceño rápidamente; sin embargo, a pesar de que ella estaba llamando a otro hombre, él no pudo resistirse a su adorable rostro y se sintió inexplicablemente extraño. Luego de ello, él se acercó un poco a ella, la cargó en sus brazos y la subió hasta su habitación. En realidad, en el baño de arriba, Eliza se había encargado de preparar la bañera con agua caliente para que sr. Valentine la usara cuando regresara a casa; sin embargo, debido a todo el tiempo que se había demorado, ahora el agua estaba extremadamente fría. Después de llegar al baño, el hombre arrojó a la bañera a Eliza y, cuando se metió al agua, su camiseta blanca se adhirió rápidamente a su cuerpo, dejando al descubierto su esbelta y atractiva figura. Además, a pesar de que la bañera estaba llena de agua fría, cuando el hombre notó el hermoso cuerpo de la mujer, él sintió una extraña sensación de calor que recorrió por todo su cuerpo. De hecho, desde que violó a esa mujer hace cinco años, él empezó a odiar a todas las mujeres, así que no permitía que ninguna mujer lo tocara, ni siquiera su hermana; sin embargo, cuando Eliza lo abrazó, no sintió asco en absoluto y, por alguna razón, incluso le gustó esa sensación. "Está muy frio", dijo inmediatamente la mujer, pues estaba temblando de pies a cabeza; además, como había bebido mucho alcohol, el agua fría no la tranquilizó en absoluto, por el contrario, comenzó a decir tonterías de nuevo. De hecho, acostándose en la bañera y gritando coquetamente, dijo: “Jay, tengo frío". Luego, extendió la mano, agarró los dobladillos de los pantalones del hombre cerca a ella y le pidió: "¿Puedes abrazarme?". En realidad, en este momento, Eliza ni siquiera podía ver con claridad al hombre a su lado y, mirándolo seductoramente, añadió: "¿Puedes sacarme de aquí? El agua está muy fría y parece que me estoy congelando”. Cuando notó la forma en que coqueteaba con él, el hombre se sintió inexplicablemente extraño; de hecho, no se había sentido así durante mucho tiempo, y no podía negar que Eliza despertó algo en su interior. Sin embargo, como ella todavía seguía llamando el nombre de otro hombre, el sr. Valentine se puso en cuclillas, le levantó la barbilla con la mano y le preguntó con gran inquietud: "Puedes decirme, ¿quién soy?". Como Eliza no estaba en sus sentidos, en ese momento ella solo podía ver a Jay; así que, frunciendo los labios, respondió débilmente: "Tú eres Jay Carr". Tras escuchar su respuesta, el hombre se sintió un poco incómodo, frunció el ceño y le hundió lentamente la cabeza en el agua helada, esperando que ella pudiera recuperar la sobriedad; luego, la soltó delicadamente y, mirándola fijamente a los ojos, le volvió a preguntar: "Ahora, dime, ¿cuál es mi nombre?". "Jay Carr", respondió inmediatamente la mujer; mientras que, al estar insatisfecho con su respuesta, el hombre volvió a hundir su cabeza en el agua. Por su parte, después de esas dos zambullidas y, con las lágrimas rodando por sus mejillas, Eliza miró al hombre a su lado y le preguntó seriamente: “Entonces, ¿por qué no me dices tu nombre?". "Soy tu esposo", respondió el hombre, mientras acariciaba los delicados labios de la mujer; por su parte, mirándolo totalmente aturdida y sin comprender claramente sus palabras, Eliza exclamó con gran confusión: "¿Qué? ¿Mi esposo?". Cuando escuchó sus palabras y al notar su actitud muy confundida, el hombre tuvo el impulso repentino de acercarse más a ella; sin embargo, no sabía qué hacer, pues había pasado tanto tiempo desde que se sintió excitado sexualmente por una mujer. Mientras tanto, tras escuchar ello, Eliza alargó su mano, le tomó la cara con fuerza y, con los ojos llenos de lágrimas, le dijo: "Ya no quiero estar en la bañera. Por favor, deja de intimidarme, te aseguro que ya te he reconocido como mi esposo". A decir verdad, Eliza era una mujer muy hermosa y, ahora, se veía aún más hermosa con sus mejillas sonrojadas y su cara manchada de lágrimas. Luego, mirándola fijamente y con la voz ronca, el hombre a su lado le dijo: "Estás borracha. ¿Quieres saber lo que significa ser intimidada?”. Tras escuchar ello, Eliza no supo qué decir y simplemente negó con la cabeza; mientras que, el sr. Valentine, se acercó un poco más a ella y le dijo juguetonamente: “Bueno, yo te enseñaré”. Después de decirle ello, el hombre se metió junto con ella en la bañera. ...... En la mañana del día siguiente, las cortinas de la habitación estaban corridas a un lado, ingresaba lentamente la deslumbrante luz del sol y, junto a las ventanas, un hombre estaba de pie de espaldas a Eliza, mirando atentamente el exterior. El hombre tenía una figura alta, fuerte y varonil, e incluso, se podía sentir un aura intimidante de él. Mientras tanto, después de un pesado sueño, Eliza despertó con un gran dolor de cabeza y una extraña confusión; de hecho, no entendía porque la noche anterior tuvo un sueño demasiado loco, en el cual, en su noche de bodas, ella tenía una aventura con un hombre guapo en la bañera. A decir verdad, pensó que todo eso era demasiado ridículo y, después de pensar un poco, abrió lentamente los ojos; sin embargo, al momento de levantarse, ella vio a un hombre frente a las ventanas justo en frente de ella y, sintiéndose totalmente sorprendida, murmuró: "¡Tú... tú! ¿Quién eres tú?". En realidad, Eliza no entendía por qué había un hombre en su habitación, o cómo había ingresado; sin embargo, juzgándolo por su apariencia, estaba segura que ese hombre alto y fuerte no era el sr. Valentine, así que, se preguntó para sí misma: "¿Quién es ese hombre? ¿Realmente tuve una aventura con él?”. Por su parte, tras escuchar el tono de sorpresa de Eliza, el hombre frunció levemente el ceño y, mirándola fijamente, le ordenó: "No se te permite beber en el futuro. Anoche, gastó millones de dólares”. A pesar de que al hombre realmente no le importaba el precio, todavía sentía una punzada de arrepentimiento porque esas botellas de vino eran sus preciosas colecciones; así que, después de que terminó de hablar, el sr. Valentine salió de la habitación con indiferencia. Mientras tanto, Eliza quedó totalmente aturdida y se sentó un rato en la cama para recuperar sus sentidos; luego, haciendo memoria de lo que había pasado, recordó que ella se sintió extremadamente mal al escuchar las noticias sobre Jay y Madeleine, por ello tomó un poco de alcohol. Después, tras notar los moretones en su cuerpo, Eliza se sintió muy horrorizada y gritó con asombro: "¡De ninguna manera!". A decir verdad, Eliza no podía creer que la primera noche que sería con su esposo como recién casados, ella hubiera tenido relaciones con un completo extraño; sin embargo, tras recordar los rumores que se especulaban sobre el hombre, ella pensó que definitivamente él era un completo psicópata. A pesar de que todavía no comprendía porque el hombre con el que tuvo relaciones aún se quedó con ella para advertirle sobre el alcohol, Eliza decidió que tomaría sus palabras como un buen consejo y, definitivamente, nunca más bebería un trago de alcohol. Luego, mientras pensaba en el incidente que había ocurrido, ella notó que alguien abrió su puerta; por ello, miró rápidamente hacia esa dirección, notó a Braint, quien vestía una camisa color amarillo pastel y, acercándose a ella de puntillas, le dijo: "Tengo hambre."

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