Capítulo 4
A la mañana siguiente, al ver a Eliza durmiendo en el sofá, el mayordomo se dirigió hacia donde ella y la despertó delicadamente; luego, se paró frente a la dama con un conjunto de ropa y le preguntó curiosamente: "Sra. Valentine, ¿por qué está durmiendo en el sofá? Debería empezar a prepararse, los señores del notario estarán aquí en cualquier momento”.
A decir verdad, desde el momento en que se conocieron, ambos se cayeron super bien y a Eliza le pareció que el mayordomo era un caballero agradable, amable y respetuoso; sin embargo, en ese momento, Eliza no podía creer completamente en sus palabras, así que, frotándose la cabeza, miró al mayordomo y le preguntó muy confundida: “¿Estás seguro?”. Tras notar la actitud de la mujer, el mayordomo sonrió levemente y respondió con certeza: “¡Sí estoy seguro! Felicitaciones por aprobar el examen. El sr. Valentine ha decidido casarse con usted; así que, a partir de ahora, es oficialmente su esposa".
Cuando Eliza escuchó esa noticia, ella se quedó un poco aturdida; pero como le pareció que todo estaba sucediendo demasiado rápido, miró al mayordomo con inquietud y preguntó: "¿Estás seguro de que quiere casarse conmigo?". A decir verdad, Eliza no podía creer que eso estuviera sucediendo tan repentinamente, en especial, porque el día de ayer, ella literalmente se escapó cuando vio su apariencia aterradora; por ello, no entendía, como así de la nada, el sr. Valentine tomó esa drástica decisión.
"Sí, estoy seguro. El sr. Valentine lo pensó seriamente antes de tomar esta decisión", respondió el mayordomo con total respeto; mientras que, Eliza no comprendía esa extraña situación. En realidad, Eliza no podía creer su precipitada decisión, pues no se había conocido mucho; sin embargo, le alegraba mucho esa buena noticia, ya que finalmente pudo cumplir con el pedido de la familia Lawson.
Además, a pesar de que su esposo sería un hombre desfigurado y malhumorado como se rumoreaba, Eliza todavía se sentía feliz de tener un lugar al que llamar hogar; pues, desde hace cinco años, cuando Esme regresó con la familia Lawson, esa casa ya no era considerada como su hogar. Por otro lado, después de que ella se vistió formalmente, llegaron los trabajadores del notario y le pidieron a Eliza que se parara en la sala de estar para una sesión de fotos y luego la dejaron firmar el acuerdo de matrimonio.
Tras realizar todo ello, los empleados le entregaron a Eliza un certificado de matrimonio y, felicitándola amablemente, le dijeron: "¡Felicitaciones! Ahora es la sra. Valentine". Mientras que, con una mirada de envidia, una de las empleadas le tomó de la mano y le dijo de manera indiferente: “Eres muy afortunada de estar casada con un hombre tan guapo”.
Después de sentir la actitud tan reacia de la mujer, Eliza se quedó un poco aturdida y, pensando para sí misma, se preguntó: “¿Un esposo muy guapo? Pero, ¿qué está hablando?”. Por otro lado, dejando de lado sus pensamientos, abrió con curiosidad el certificado de su matrimonio y solo vio el nombre de ella, Eliza Lawson y, el de su ahora esposo, Beau Valentine; sin embargo, solo estaba adjunta la foto de la mujer.
Cuando Eliza descubrió eso, ella dejó escapar un suspiro de alivio y se sintió sumamente agradecida de que el sr. Valentine no adjuntara su foto en el certificado; pues sino, ella no hubiera tenido las agallas de mirar ese documento por el resto de su vida. Mientras tanto, luego de todo ello, el mayordomo sonrió alegremente y le dijo: "Señora Valentine, debe prepararse. Hoy pasará la noche con el sr. Valentine; así que espero que esté lista para darle la bienvenida como su nuevo esposo. Además, esta noche, solo estarán ustedes dos".
Cuando Eliza escuchó las palabras del mayordomo, ella no sabía qué decir y se sintió inexplicablemente deprimida; pues, a decir verdad, no quería estar a solas con él, ya que le hacía recordar la última noche que lo vio, donde ella salió corriendo con tan solo ver su apariencia. Luego, con una gran preocupación reflejada en su rostro y, con la tez completamente pálida, le preguntó muy ansiosa: "¿Realmente tengo que pasar la noche con él?".
En realidad, todo eso era demasiado repentino para ella y no estaba mentalmente preparada para enfrentarlo de nuevo; sin embargo, el mayordomo asintió con total seriedad y le dijo: "Sí, no tienes otra opción”. Luego, tras recordar todo el esfuerzo que le había costado convencer a su amo para que dejara que Eliza viera su verdadero rostro, él pensó para sí mismo: “Además, ya son una pareja casada; así que sería raro si usted todavía no conoce la apariencia real de su esposo".
Tras escuchar que no había ninguna otra opción, Eliza se sintió un poco desesperanzada y desesperada, pues no tenía ánimo de estar a solas con su esposo. Mientras tanto, después del desayuno, ella se encerró en su habitación, le envió un mensaje de texto a su mejor amiga, Graciana Ryan y le dijo: "¿Puedes recomendarme algunas películas de terror? Quiero armarme de valor antes de enfrentarme a ese hombre, mi esposo. ¡Gracias!".
"Sabes que todo esto es ridículo, ¿verdad?", respondió apresuradamente Graciana, ni bien leyó el mensaje de su amiga; pero luego, envió innumerables nombres de películas de terror. Después de recibir aquellos títulos, Eliza se envolvió en su cama y miró atentamente las películas recomendadas; sin embargo, eso solo generó que fuera al baño a toda prisa y vomitara de miedo.
Cuando cayó la noche, Eliza pensó que ya era inmune a todas las cosas aterradoras del mundo, incluso supuso que si el sr. Valentine apareciera frente a ella en ese momento, ella ya no sentiría miedo de él; por ello, decidió bajar a beber un poco de agua, encendió la televisión para ver las noticias y tenía la esperanza de que mejorar su estado de ánimo, después de ver todas esas películas de terror. Sin embargo, no salió como lo esperaba, pues ni bien encendió la televisión, apareció en la pantalla la foto de una pareja donde anunciaban: "Hace un momento, Jay Carr y Madeleine Robinson fueron vistos entrando y saliendo de un hotel; así que, los medios confirmaron con sus respectivos gerentes que efectivamente están en una relación amorosa. Incluso, también prometieron anunciar la fecha de su compromiso en exclusiva".
Tras ver ello, Eliza volvió a presionar el control y cambió de canal; sin embargo, volvió a escuchar noticias relacionadas al mismo tema, donde decían: “Habiendo ganado el Golden Bull Award, Jay Carr y Madeleine Robinson son actualmente los temas candentes en la industria del entretenimiento y, de hecho, desde el momento que anunciaron su relación en público, la encantadora pareja está..." Luego de oír noticias nuevamente sobre ese tema, Eliza volvió a cambiar de canal, pero seguían hablando de lo mismo; así que, al final, decidió apagar la televisión y dejó a un lado el control, se acostó en el sofá y cerró los ojos lentamente.
En realidad, Eliza no podía creer todas esas noticias, sobre todo, porque Jay Carr fue su novio con quien estuvo casi seis años; mientras que, Madeleine Robinson, fue su mejor amiga durante casi ocho años. De hecho, hace apenas cinco días atrás, Eliza fue a visitar a Jay a su lugar de trabajo, pues quería darle una sorpresa; sin embargo, justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, escuchó una respiración irregular resonando en la habitación, que decía: "Jay, ¿cuándo romperás con Eliza? Ya no puedo esperar más".
"Va a suceder tarde o temprano. No te angusties, cariño", respondió una voz masculina; mientras tanto, la mujer a su lado volvió a murmurar: "Eliza es una mujer hermosa y me preocupa que te enamores de ella otra vez". Tras escuchar ello, el hombre respondió fríamente: "Bebé, ¿por qué me volvería a enamorar de ella? Yo nunca me casaría con una p*rra sucia como ella, que no se te olvide que, hace cinco años, ella ya dio a luz a unos niños”.
Escuchar aquellas duras palabras de las personas en quien confió, fueron como dagas clavadas directo a su corazón; pues, no se imaginaba que esas personas se estuvieran burlando descaradamente de ella. A decir verdad, en su momento, Eliza hizo todo eso con el fin de ayudar en la carrera de Jay, ya que lo habían acusado injustamente de algo que no había hecho; incluso, trató de todas las maneras posibles de ganar dinero y buscar evidencias para demostrar la inocencia de su novio.
Sin embargo, justo en ese tiempo, Esme se reencontró con la familia Lawson y, desde ese entonces, los señores Lawson ya no trataban a Eliza como a su propia hija; así que, como ella tampoco se sentía cómoda para pedirles dinero, decidió recurrir donde Madeleine, su amiga. Asimismo, fue en ese entonces que Madeleine le dijo a Eliza que podía ganar dinero como madre sustituta; sin embargo, el hombre no respetó el acuerdo al que habían llegado y, después de ingerir el estimulador de ovulación, Eliza fue encerrada y ese extraño la torturó durante toda la noche.
Después de todo lo que tuvo que pasar, Eliza finalmente consiguió el dinero y logró ganar la demanda presentada contra Jay; así que, él pudo recuperar su reputación, e incluso, se le dio otra oportunidad de seguir en su carrera. Sin embargo, después de cinco largos años y sin valorar todo lo que Eliza había sacrificado por él, cuando finalmente Jay logró una exitosa carrera en la industria del entretenimiento, traicionó a Eliza con Madeleine; pues, de alguna u otra forma, a ese hombre le disgustaba el pasado de Eliza y, sobretodo, odiaba el hecho de que ella hubiera dado a luz a los hijos de otro hombre.
Tras recordar su dolorosa historia, Eliza se tumbó en el sofá y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, pues no podía negar que ella estuvo completamente enamorada de Jay durante 6 largos años; sin embargo, después de todo lo que pasó, se dio cuenta que solo desperdició esos años de su vida por un hombre que no valía la pena. Mientras pensaba en su triste pasado, ella lloró por casi dos horas seguidas; luego, miró cuidadosamente la hora, vio que eran más de las nueve de la noche y, como el sr. Valentine aún no había llegado a casa, pensó para sí misma: "Supongo que ya no vendrá, ¿verdad?".
Después de ver que se encontraba completamente sola en la casa, Eliza respiró hondo y miró el gabinete de vinos ubicado en la sala y, aunque no tenía buena tolerancia al alcohol, no pudo reprimir sus ganas de tomar un pequeño sorbo; es más, solo quería que el alcohol adormeciera todo su dolor y sufrimiento. Luego de eso, Eliza agarró una botella de vino, lo abrió rápidamente y tomó un exquisito trago; incluso, pudo sentir la sensación de ardor bajando por su garganta.
Tras sentir el alcohol en su cuerpo, Eliza empezó a llorar desconsoladamente y a gritar a todo pulmón: "Jay, eres un bastardo, y espero con ansias que tu carrera sea la peor de tu vida. La verdad es que eres un completo imbécil, y no importa que tengas buena apariencia, estás podrido por dentro; incluso, me atrevería a decir que tú eres más feo que el Sr. Valentine". Por su parte, justo en ese momento, el sr. Valentine entró a la casa y quedó totalmente aturdido al escuchar esas palabras de la mujer.