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Capítulo 9

Cuando Culver terminó de hablar, la atmósfera se volvió pesada y silenciosa. Todo se tornó silencioso, tanto que incluso cesó el sonido del viento. Enseguida, Culver se dio cuenta de su error y se puso pálido de miedo. "¡Señor Joseph, lo siento! No era mi intención..." Joseph se dio la vuelta y su mirada estaba llena de frialdad. Pero tras una pequeña pausa, dijo con firmeza: "¡Baja y acepta tu castigo, fuera de mi vista!" Culver retrocedió, y con voz temblorosa respondió: "¡Sí!" Y, se marchó de inmediato. Joseph tomó aire, se dio la vuelta y contempló la luna detrás suyo. La frialdad y la actitud distante que había a su alrededor se desvanecieron, dejándolo sumido en la oscuridad y la soledad. Empezaba a amanecer. Los otros miembros de la familia Jules aún dormían, mientras Lucille ya había empezado a hacer sus ejercicios matutinos en el jardín. Su cuerpo estaba muy débil y necesitaba recuperarse cuanto antes. Si no, a pesar de todas sus habilidades, si ocurriera algo, este cuerpo la retrasaría. Al terminar sus ejercicios, Lucille jadeó un poco mientras subía las escaleras. Allí se encontró con Zoey, que estaba a punto de bajar las escaleras. Zoey se sorprendió de verla levantada y ejercitándose tan temprano. Le sonrió y le dijo: "Lucille, te has levantado temprano. Al parecer te has recuperado muy bien". Lucille no se inmutó al verla y pasó de largo sin mirarla siquiera. Zoey no se sintió ofendida por ello. Se dio la vuelta para mirar la agraciada figura de Lucille, y dijo: "¿Sabes que a Samuel le gustan solo las chicas delicadas como yo? No importa lo perfecto que sea tu cuerpo, nunca se tomará la molestia de verte". Cuando estaban a solas, Zoey no ocultaba su desprecio por la anterior dueña de este cuerpo. Lucille se detuvo y, de espaldas a ella, esbozó una fría sonrisa. Zoey sí que sabía cómo herirla con palabras, ya que era evidente que conocía bien a la anterior dueña. La antigua dueña creía las mentiras de Zoey y pensaba que a Samuel le gustaban las chicas sexys, así que se puso un vestido sensual con la espalda descubierta el día de su cumpleaños. Quien iba a decir que Samuel la tacharía de descarada en público y que únicamente las chicas como Zoey, que provenían de una familia respetable, eran las que le gustaban. A raíz de este incidente, la dueña original quedó marcada como el hazmerreír de todo el mundo, y nunca más volvió a llevar un vestido. Lucille soltó un suave suspiro. Qué tonta, ¿por qué tuvo que hacer eso? "No puedes obligar a alguien a quererte, sin importar lo mucho que hagas por él", murmuró en voz baja. Como vio que Lucille no hablaba, Zoey sonrió con más suficiencia. "Es solo un amable recordatorio de mi parte. Al fin y al cabo, nadie conoce mejor a Samuel que yo". Entonces, Lucille se dio la vuelta y la miró con una tenue sonrisa. "¿Y qué? La familia Gilbert jamás desposaría a una amante". Una simple observación bastó para que Zoey se sintiera avergonzada y enfadada a la vez. "¡Pf!" Zoey bufó antes de responder irónica: "¿De qué te sientes orgullosa? Aunque no sea buena, sigo siendo mejor que una muda como tú con la que a todo el mundo le encanta meterse". Lucille se rio más confiada. "Casi lo olvido. Soy rica y poderosa, poseo el 40% del grupo Jules. Me imagino que las alimañas de las alcantarillas, como tú, se pondrán a llorar de envidia". "¡Tú!" Zoey se quedó sin palabras por la rabia. Le costaba entender cómo era posible que Lucille se hubiera vuelto tan mordaz. Antes era el tipo de persona que no podía defenderse ni hablar. Pero pronto Lucille se daría cuenta de que no podría presumir de ello por mucho tiempo. Zoey entrecerró los ojos, volvió a su habitación y bajó las escaleras cojeando con el bastón. Samuel estaba esperando en la sala para llevar a Zoey a la escuela. En cuanto ella bajó las escaleras con un bastón, Samuel se acercó de inmediato a ella. "Zoey, ¿por qué no me dejaste subir a buscarte?" Mientras hablaba, la rodeó con sus brazos. Zoey frunció el ceño mientras pestañeaba y hacía un mohín: "Lo lamento, Samuel, no quise molestarte. Es solo que..." Dejó de hablar para aparentar desánimo e impotencia. Por lo que, Samuel se puso tenso. "¿Qué sucede? ¿Lucille te ha vuelto a molestar?" Ella negó con la cabeza mostrando una mirada llorosa. "No..." "Zoey, no hace falta que me mientas". Samuel se puso serio. "¿Qué te hizo?" Ella se mordió el labio y no quiso hablar, pero miró a la criada que estaba a su lado. La criada, que había disfrutado de muchos favores de Zoey en ocasiones anteriores, no tardó en defenderla: "Por favor, no la culpe, señor Samuel. Lo que pasa es que la señorita Lucille ha ido demasiado lejos. No solo humilló a la señorita Zoey y le quitó su habitación, sino que también tiró todas sus pertenencias. Hasta amenazó con echarla, y mencionó que el señor Howard no puede hacer nada al respecto". En cuanto Samuel oyó esto, la expresión de su rostro reflejó enfado. "¡¿Qué?! ¡Eso es una barbaridad! ¡¿Dónde está ella?!" La criada le respondió con rapidez: "Aún no ha bajado". Entonces Zoey se aferró de su brazo y le imploró: "Por favor, Samuel, no le hagas nada. Al fin y al cabo solo soy una hija adoptiva. Puedo soportar esta pequeña adversidad". "¡No!" Él estaba muy enojado. "Tu tolerancia solo la hará peor. ¡Voy a darle una gran lección hoy!" En el momento en que él habló, una voz inexpresiva resonó en la escalera: "¿Ah? ¿Cómo piensas darme una lección?" Samuel se desconcertó y alzó la vista, pero al hacerlo vio una figura de color negro que bajaba las escaleras con elegancia. Llevaba un vestido negro con bordados que hacía que su piel fuera tan blanca como la nieve. Su delicada cintura daba la impresión de poder romperse al menor roce. Y, su cuello de cisne quedó al descubierto, revelando sus prominentes clavículas. La mitad de su rostro, que medía la palma de la mano, estaba oculto por su cabello negro azabache, y sus rasgos eran tan bellos que resultaban perfectos. Con una simple vista, captó la mirada de todos. Samuel estaba atónito. No podía creer lo que veía. "¡¿Lucille Jules?!" «¿Cómo puede ser posible?» Antes Lucille parecía una persona sencilla, pero ahora, ¿de dónde procedía esa confianza tan prepotente? Su comportamiento ha cambiado mucho. Se había convertido en una persona indiferente, seductora e inalcanzable. ¿Era la misma Lucille Jules que conocía? Samuel disimuló su asombro y advirtió: "¡Lucille Jules, te ordeno que no molestes a Zoey!" Lucille bajó las escaleras frunciendo los labios, con pasos pausados y medidos. Samuel la miró con detenimiento y sin querer tragó saliva. Mientras él se preparaba para escuchar su respuesta, la mujer pasó de largo y se dirigió a la puerta sin siquiera mirarlo. Entonces él gritó: "Lucille, ¡¿no me escuchaste cuando te hablé?!" Pero ella hizo una mueca. No tenía tiempo para desperdiciar en un payaso. Zoey se quedó paralizada, sin poder creerlo. El panorama no se desarrollaba de la forma que ella esperaba. Si Lucille no estaba, ¿cómo iba a seguir con el espectáculo? "Déjala, Charles", dijo Zoey, con una voz muy baja. "¿Me puedes llevar a la escuela? Voy a llegar tarde". En ese momento, la mirada furiosa de Samuel desapareció y la tomó de la mano. "Vamos. Te llevaré", dijo con firmeza. ...

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