Capítulo 263
Mi rostro se enrojeció ligeramente y, sin poder evitarlo, me sentí incómoda.
A decir verdad, a mis veinticinco años no debería reaccionar así, pero solo he recuperado una parte de mi memoria.
La luz en el estudio era suave, y ambos disfrutábamos de esta rara noche tranquila abrazados.
Manuel pasaba sus dedos por mi cabello, como si fueran un peine, acomodando con cuidado mis largos mechones.
Su mirada fija en mí podría sumergir a cualquiera, pero era imposible descifrar qué estaba pensando realmente.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza.
Cuando un hombre y una mujer están solos, es fácil que surjan emociones intensas.
Todavía vestía mi pijama delgado... Aprovechando un momento de distracción suya, tomé un gran chal del sofá cercano y me lo puse rápidamente.
Manuel preguntó: —¿Tienes frío?
Titubeé y asentí con la cabeza: —Sí, sí, eso es.
La mirada de Manuel sobre mi rostro sonrojado era compleja.
De repente, preguntó: —Sarita, ¿recuerdas a alguien llamado señor Juli
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