Capítulo 238
—¡Hermosa, no te vayas! Aún no comienza. Lo divertido está por venir.
Alberto me miraba con una sonrisa burlona mientras yo me sentía incómoda.
Solo pude sentarme de nuevo, bebiendo mi jugo sorbo a sorbo.
Poco después, los amigos que Alberto había invitado llegaron. Eran jóvenes e inexpertos, todos con apariencia de haber sido criados en la opulencia.
Vestían ropa de marca y en sus muñecas lucían relojes incrustados de diamantes, ya fuera un Rolex o un Richard Mille.
Al ver a Alberto, todos lo saludaban respetuosamente: —Señor Alberto.
Cuando me vieron, se sorprendieron: —Señor Alberto, ¿quién es esta hermosa dama?
Alberto extendió su brazo para abrazarme. Rápidamente me esquivé, dejándolo abrazar el aire.
Alberto, con una sonrisa, retiró su mano y dijo perezosamente: —Ella es la novia de Manuel.
Todos quedaron en shock. Uno por uno, se callaron como pajaritos, sin atreverse a decir una palabra.
Llevar públicamente a la novia de Manuel a un bar solo podría ser
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