Capítulo 177
Rompió el silencio con cautela: —Vamos a comer sushi... Está en...
Dije el nombre del restaurante.
Manuel, con voz fría, respondió: —¿Sushi? ¿Es tan bueno como para que insistas en ir?
Me quedé sin palabras.
Un segundo después, la voz de Manuel, sin ningún tipo de calidez, llegó hasta mí: —Nos vemos en veinte minutos. Alberto, más te vale que te comportes.
La llamada se cortó.
El coche quedó envuelto en un extraño silencio.
Alberto seguía conduciendo, con una expresión en su rostro que parecía una sonrisa irónica, sin mostrar si estaba molesto o feliz.
Con cuidado, intenté romper el hielo: —Manuel... Quizás no está de buen humor hoy.
Alberto giró el volante con una risa suave: —¿Él? Sería raro que estuviera de mal humor.
Le pregunté curioso: —¿Por qué?
Alberto silbó y sonrió: —Él nunca está de buen humor. A menudo digo que es como un robot que solo sabe ganar dinero.
¿Un robot?
Me sonrojé un poco.
Parece que su impresión del otro no era nada buena.
...
Pronto llegamos al restaurante de
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