Capítulo 128
Aún con el yeso en el brazo y los clavos en la pierna... Me volví a acostar en la cama.
Los gritos fuera de la habitación se intensificaban.
—¡Manuel, ¿qué significa esto de que mantienes a mi esposa a la fuerza?!
—Víctor, ella ya no es tu esposa. Hace medio mes, el equipo de abogados presentó una demanda ante el tribunal.
—¿Y qué? ¡Ella sigue siendo mi esposa! ¡Mientras no haya sentencia de divorcio, ella es mía!
La voz de Manuel se escuchó fría y cortante: —Víctor, ¿realmente tiene sentido seguir con esta terquedad? En el momento en que Sara decidió divorciarse, ya no tenían ninguna relación. Lo que queda es solo la liquidación.
La voz de Víctor sonó áspera: —¿Qué derecho tienes tú para decirme si yo tengo o no relación con ella? ¿Y tú qué eres para ella? ¡Ella es mi esposa! Mientras el tribunal no haya declarado el divorcio, yo soy su esposo...
Manuel dejó escapar una risa fría: —Qué interesante. No sabía que las mujeres son objetos de los hombres. ¿Por casarse, tiene que hacer lo q
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