Capítulo 117
Para ser honesta, el momento en que me reconocieron fue de lo más incómodo y desconcertante.
Mi corazón estaba lleno de frustración por haber sido descubierta.
No había nada que odiara más en este mundo que la palabra "Señora López".
Aunque en mi mente no existía ningún recuerdo de "Señora López", parecía que la gente no dejaba de etiquetarme con ese nombre. Y además, tenía que soportar los juicios y comentarios ajenos.
Me apreté los labios, sin ganas de hablar con esa mujer.
Cuando la gerente me reconoció, su rostro reflejó un desprecio absoluto.
Con una sonrisa falsa, dijo: —Ah, es la señora López. Me disculpo, no me di cuenta antes. Jejeje... ¿Cómo es que tan ilustre ha llegado hasta aquí? ¿Y el presidente Víctor? ¿No vino con usted?
Ante esa pregunta, no supe qué responder y, sinceramente, no quería hacerlo.
Solo esperaba que la entrevista de Anita terminara rápido, para poder irme de ese lugar.
La gerente, al ver mi expresión, se mostró aún más servicial: —Señora López, debo decir
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