Capítulo 5
Apoyada débilmente contra la ventana del auto, Clarissa miraba la escena nocturna con ojos empañados en lágrimas, mientras intentaba explicarse en qué momento Lara le lavó el cerebro a Elliot.
Aunque no le importaba lo que pudiera pasar con ellos, Clarissa no podía evitar sentir rabia en su corazón. Después de todo, ella siempre había soportado en silencio todas las humillaciones de Lara con la finalidad de no generar más conflictos, pero en vista de que se volvió cada vez más arrogante, no tuvo otro remedio más que defenderse. Sin embargo, nunca esperó que Elliot fuera tan ciego como para no ser capaz de ver quién era la que provocaba primero.
Clarissa había sido expulsada de la familia Chapman y todos en Visstead sabían que no era bien recibida allí. Por tanto, la abuela de Elliot no quería verla ni en pintura.
Para facilitarle las cosas a Elliot, ella decidió no aparecer con él frente al público. Sin embargo, él pensó que ella se negaba a acompañarlo a socializar.
En cuanto a la venta de productos eróticos para adultos... ¿En qué otra cosa podría haber trabajado una joven huérfana de madre y detestada por la familia de su padre?
Clarissa cerró los ojos, sintiendo que la tristeza e indignación invadían su alma al mismo tiempo.
De repente, escuchó la voz de alguien: "¿Vale la pena estar triste por un hombre?"
Un poco aturdida, la joven se dio la vuelta. Con ojos mareados, vio a un hombre noble sentado con la espalda recta y el rostro frío.
Al instante, algunos recuerdos entrecortados aparecieron en su mente. El hombre la ayudó en el bar y la llevó al auto.
No quería dar lástima, por lo que se secó las lágrimas y contestó: "¡No me siento triste por él!"
Anderson miró fijamente sus ojos rojos, pero hermosos.
"No lloré por él. Lloré por mí y por todo el tiempo que perdí", explicó Clarissa.
Anderson asintió con la cabeza y preguntó: "¿Sabes cuál es la mejor manera de lidiar con un error?"
"¿Cuál?"
"Cortándolo de raíz a tiempo y convirtiéndolo en crecimiento personal", respondió Anderson en voz baja.
Sintiendo que estas palabras traspasaron hasta el fondo de su alma, Clarissa se giró para mirarlo. Bajo la tenue luz, Anderson era alto y erguido. La luz proyectó una sombra en su cara lateral, lo que hizo que sus rasgos faciales se vieran más definidos y nobles.
Aunque Elliot era guapísimo, no tenía ni una pizca de comparación con este hombre tan encantador. Además de tener un rostro bello que podría cautivar a cualquier mujer, era elegante e imponente, como una poderosa águila volando en el cielo.
Clarissa no pudo evitar sentirse atraída por él e incluso una idea absurda cruzó por su mente.
Mirando fijamente su hermoso rostro lateral, tragó saliva y dijo: "Ya veo".
Después de una pausa, preguntó: "¿Qué opinas de vender productos eróticos para adultos?"
"Es una industria normal como cualquier otra. No tengo opiniones especiales", respondió Anderson casualmente.
Clarissa sonrió. Dado que todavía estaba borracha y sobria, sus ojos seguían rojos. "Estoy de acuerdo contigo".
Anderson de repente olió una fragancia. Giró la cabeza lentamente y descubrió que ella estaba inclinando la mitad superior de su cuerpo hacia él.
"¿Crees que soy hermosa?"
La espalda de Anderson se puso rígida. No tenía dudas de que era hermosa. De hecho, pese a que solo vestía un sencillo abrigo beige y una camiseta blanca, se veía realmente atractiva y s*xy.
Tragó saliva, pero no dijo nada. Después de un rato, contestó con inquietud: "Sí".
Clarissa se acercó a él y le susurró al oído sin pelos en la lengua: "Si quisiera acostarme contigo, ¿aceptarías?"
"¡Jajaja!", David, que conducía, no pudo evitar reírse.
Al segundo siguiente, percibió la mirada fría de Anderson, por lo que rápidamente dejó de sonreír y levantó el deflector en el medio del auto.
Solo entonces Anderson giró la cabeza, miró a Clarissa, entrecerró los ojos y respondió: "Tienes que pagar por dormir conmigo. ¿Estás segura?"
"¡Jajaja! ¿Quieres dinero? Tengo de sobra".
Mientras hablaba, sacó la billetera de su bolso, sacó todo el efectivo y dijo: "Cuéntalo. Si no es suficiente, puedo hacerte una transferencia".
En este momento, Anderson se dio cuenta de que realmente estaba hablando en serio.
Se puso un poco nervioso y se frotó el entrecejo. "¿Quieres acostarte con cualquier que te salva?"
Clarissa negó con la cabeza, se rio entre dientes y extendió la mano para acariciarle la cara.
"¡Claro que no! Quiero acostarme contigo porque eres muy guapo. Esos imb*ciles se sienten victoriosos, pero voy a demostrarles que yo puedo estar con alguien mucho mejor. ¡Quiero enfadarlos!"
Dado que no esperaba recibir esa respuesta, pero Anderson bo lo tomó en serio.
De repente, el auto frenó repentinamente, provocando que el cuerpo de Clarissa se inclinara hacia adelante debido a la inercia.
De no ser porque Anderson la sujetó a tiempo, se habría lastimado.
"¿Qué está pasando?", le preguntó Anderson a David con rostro oscurecido.
"Lo siento, Sr. Jordan. Acabamos de llegar a la Mansión Estdal", respondió.
"¡Vuelve a tu casa ahora!"
"¡Está bien!"
Después de que la puerta delantera del auto se cerró, Anderson se dio la vuelta y miró a Clarissa en sus brazos. Al verla tan borracha y con el rostro sonrojado, arrugó el entrecejo y dijo: "Ya llegamos. ¡Bájate del auto!"
Sin embargo, Clarissa no se movió. Más bien, se apoyó en sus brazos y lo miró fijamente. Aunque percibió frialdad en su rostro, se quedó maravillada con sus labios delgados y s*xys. ¡Se veía realmente atractivo!
Al instante, la joven puso sus brazos alrededor de su cuello y besó sus labios.
La espalda del joven se puso rígida. No podía creer lo que estaba pasando.
Al segundo siguiente, Clarissa dejó de besarlo y en cuanto vio su mirada atónita, soltó una carcajada.
"Tus labios son demasiado sabrosos".
Anderson se quedó sin palabras.
Conteniendo el impulso de tirarla fuera del auto, dijo en voz baja: "¡Suéltame!".
Al ver su hermoso y frío rostro, los ojos de Clarissa brillaron con lágrimas. Entonces, dijo: "Dime la verdad, ¿también crees que soy incapaz de complacer a un hombre y por eso no estás dispuesto a acostarte conmigo?"
"No", respondió Anderson con la cara tensa.
"Entonces, ¿por qué te niegas?", preguntó ella mientras las lágrimas seguían corriendo por su rostro pálido.
Por alguna razón, Anderson se sintió un poco angustiado.
Mientras tanto, Clarissa siguió llorando desconsoladamente.