Quincy sostuvo la mano de su hija con una mano mientras fijaba su mirada en Dayton, quien estaba de pie frente a ella. Sus intenciones eran obvias. Ella quería irse con su hijo y su hija. No quería quedarse ni un segundo más.
El breve encuentro entre ellos terminó muy rápido. Dayton seguía inmerso en el tiempo que estaban pasando juntos. Él frunció el ceño y la culpó por haber puesto fin a su maravilloso tiempo juntos.
Él se sintió aún peor después de ver la gélida expresión en el rostro de la mujer y la prisa que tenía ella por llevarse a los niños.
¿No podía soportar pasar un minuto más con él?
Ella aún lo odiaba mucho hasta la fecha.
Dayton frunció los labios y dijo: “Pídele a alguien que se lleve a los niños a casa primero. Hay algo que tengo que decirte”.
Quincy frunció ligeramente el ceño y dijo: “Puedes decirme lo que quieras ahora mismo”. ¿Qué tenía que decirle sin que los niños lo supieran?
“No es algo sencillo... Hay algo que quiero entregarte. Tus padres m