La cara de Fern estaba ligeramente hinchada y había un rasguño de uña en su mejilla.
Su mirada se volvió severa mientras le hablaba con un tono gélido. “¿Estas heridas fueron causadas por la madre de Sydney?”.
La ira de Fern surgió cuando mencionó ese incidente. “¿Por qué me estás preguntando eso si ya sabes la respuesta?”.
Tan pronto como terminó de hablar, el apuesto rostro de Eugene se acercó al de Fern. Ella levantó la mano instintivamente y le empujó el pecho para evitar que se acercara a ella.
“¡Eugene Newton!”, le gritó ella. Había una pizca de advertencia y pánico en su voz.
¿Entendía él lo que significaba evitarse mutuamente?
¡Ella no quería que su suegra la volviera a abofetear al día siguiente!
Eugene fijó su sombría mirada en el rostro de ella. Había una pizca de lástima en su voz baja: “¿Todavía te duele?”.
Fern se estremeció. ¿Qué pretendía hacer este hombre? ¿Por qué le estaba hablando con esa actitud y ese tono?
No era de extrañar que Sydney los