Capítulo 60
—¿Entendieron todos el principio? ¿Qué te parece si te recuestas ahora? Te haré una sesión de acupuntura para aliviar el dolor.
Alberto realmente tenía prisa. Durante el tiempo que estuvo en la habitación, afuera un grupo de chismosos no dejaba de acosar y burlarse de Valeria.
—Está bien.
Rubén no perdió tiempo, se quitó la ropa, mostrando su musculoso torso lleno de cicatrices de bala, indicando que él también había sido un hombre de acción.
—Relájate, no te pongas nervioso, no dolerá mucho, será como una picadura de hormiga.
Alberto sacó las agujas de plata, las desinfectó con un encendedor y luego las sumergió en una botella de licor en la mesa.
Presionó con una mano el punto de acupuntura y, sin esperar que Rubén hablara, insertó la aguja.
—¿Eh?
Rubén frunció el ceño, sí dolía un poco, pero era un dolor insignificante, soportable.
La aguja penetró unos tres centímetros y se detuvo.
Luego, Alberto comenzó a manipular la aguja con movimientos de torsión y presión, asegurándose de que
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