Capítulo 37
Al percibir que el semblante de Alberto se volvía cada vez más sombrío, Valeria se apresuró a disculparse.
—No importa, sigue hablando.
Alberto negó con la cabeza, inhaló profundamente y reprimió su descontento.
—Hasta anoche, cuando nos encontramos en el Hotel Flor de Ría, pensé que era el destino. Verte siendo intimidada por ellos me molestó, y me di cuenta de que aún me gustas.
—Entonces...
Valeria se sonrojó.—No me importa si eres un recluso de reforma laboral, ni me preocupa lo que serás en el futuro. Ser tu novia es suficiente para mí.
—Siempre he vivido sin importarme lo que piensen los demás.
Ese era el carácter de Valeria.
Era amable y gentil, pero también obstinada y decidida. Una vez que tomaba una decisión, nadie podía hacerla cambiar de opinión.
—Gracias por tu confianza.
Alberto sintió la determinación y el amor de la mujer, y una cálida oleada llenó su corazón. Instintivamente apretó la mano de Valeria.
—No te decepcionaré.
—Te haré feliz y no permitiré que nadie te ha
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