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Capítulo 15

Justus negó con la cabeza de inmediato. “No… Solo estaba bromeando. Señorita Pond, usted es una persona misericordiosa. Por favor, no me tenga rencor por esto…”. Él incluso comenzó a darse bofetadas en el rostro mientras hablaba. Silvia lo miró fijamente sin emoción. Cuando la cara de Justus se puso roja por las bofetadas, ella apartó su pierna y se fue sin mirar atrás. Los ojos de Justus, que en un inicio habían estado llenos de miedo, adquirieron una mirada despiadada mientras los fijaba en la espalda de Silvia. ¡La haría pagar por este día! ¡No la perdonaría! Al ver que Silvia se había ido, Neil se giró y subió las escaleras. Él parecía indiferente, pero sospechaba en secreto de Silvia. Quizás debería pedirle a Curtis que hiciera una investigación a fondo de sus antecedentes. Él sabía que Silvia era la hija que la familia Pond había perdido durante dieciséis años. También que era la hermana gemela de Ada. Durante sus tres años de matrimonio, ella había hecho todo lo posible por cuidar de él. En eso no se diferenciaba de una mujer corriente. ¡Pero lo que había hecho ese día lo había sorprendido de verdad! David también estaba sorprendido. Él miró a Neil y dijo: “Neil, Silvia le acaba de pegar. Justus es una persona vengativa, así que sin dudas le causará problemas. ¿No planeas involucrarte?”. A Neil no parecía importarle esto. “Ella no me pedirá ayuda. ¿Por qué debería meter mis narices en sus asuntos?”. “Es tu esposa”. La expresión de Neil pareció volverse más fría cuando escuchó esto. “Quizás no lo sea después de un tiempo”, dijo él. David tenía una expresión de sorpresa. “¿Estás planeando divorciarte de ella para volver con Ada?”. Neil no respondió, lo que David tomó como una afirmación. “Te ha gustado Ada desde el comienzo, así que sería bueno que tú y Silvia se divorciaran”. “Silvia es la que me pidió el divorcio”. Esta vez David se quedó realmente sorprendido. Después de todo, a lo largo de sus tres años de matrimonio, todos habían visto lo mucho que a Silvia le gustaba Neil. Le tenía un cariño increíble. ¿Por qué iba a pedirle el divorcio? “¿Estás seguro? ¿Por qué sigues dudando si es ella la que te ha pedido el divorcio entonces? ¿Es porque le tendrías que pagar una gran pensión?”. Las palabras de David no hicieron más que hacerlo enojar. “¿Y a ti qué te importa? ¿Ya resolviste el asunto con esa celebridad?”. Neil fulminó con la mirada a David. David se quedó en silencio al instante. Los dos entonces fueron a un cuarto privado, en donde Henry y Ryan los estaban esperando. Cuando vio la expresión triste en el rostro de Neil, Henry preguntó: “Neil, ¿por qué la cara larga?”. Neil no respondió. “Alguien está enojado porque su esposa quiere el divorcio. No preguntes al respecto”, dijo David en un tono burlón desde atrás de Neil. Henry se quedó sorprendido por un rato antes de decir: “Disfruta de la comida y olvídate de las cosas que te hacen enojar”. Ellos no le veían futuro al matrimonio de Neil y Silvia, en especial tras el regreso de Ada. Su matrimonio se iba a enfrentar a una crisis. Ryan bajó la mirada en silencio. Nadie notó que apretó inconscientemente su agarre en su copa. Después de cenar, Henry y David sugirieron ir a beber en el Palacio Imperial, un bar lujoso. “Adelántense. Yo tengo unas cosas que hacer”. Después de que Neil se fuera, Ryan dijo que también tenía que regresar a casa. Henry miró a David. “Todos tienen cosas que hacer. ¿Deberíamos ir a beber a un bar cualquiera?”. David sonrió y negó con la cabeza. “Tengo una cita con mi novia. Puedes ir tú solo”. Henry se quedó sin palabras. Después de unos segundos, miró a David y dijo: “Nunca has estado sin una novia. No es una celebridad esta vez, ¿verdad?”. “No. La traeré la próxima vez para que la conozcan”. “Vaya, ¿vas en serio esta vez?”. “Siempre me tomo mis relaciones en serio”. Henry puso los ojos en blanco en dirección a David. “Bien, adelante. Yo iré a casa. ¡Qué aburrido!”. … Ya eran las 9:00 p.m. cuando Neil regresó a la mansión. Tan pronto entró, vio a Silvia salir con una bolsa. Ella se había cambiado a su ropa de ejercicio y se había atado el pelo en una cola de caballo. Se veía capaz y atractiva. “Es muy tarde, ¿a dónde vas?”. Silvia no esperó verlo regresar a casa a esa hora, por lo que se sorprendió por un momento, pero luego habló con indiferencia: “Tengo algo que hacer. No estaré aquí por unos días”. Tan pronto la escuchó, Neil la agarró del brazo y la miró con fiereza. “¡Silvia Pond, no te olvides que todavía estás casada! Es tarde. ¡No puedes salir de la casa pase lo que pase!”. Silvia apartó la mano de Neil con impaciencia. “¿Qué tiene esto que ver contigo? ¿No solías irte por largos periodos de tiempo? Accedí a volver a la mansión, ¡pero eso no quiere decir que puedes interferir en mis asuntos personales!”. Ella bajó la cabeza y miró su reloj. Ya era casi hora de que se reuniera con Cóndor. “¡Si no me dices qué vas a hacer allá afuera, no te dejaré salir de esta mansión hoy!”. Silvia levantó la cabeza y lo miró fijamente mientras decía con severidad: “Piérdete”. Neil no habló. En su lugar, se limitó a verla a los ojos con su fría y profunda mirada. Ese día, él había sido testigo de las habilidades de artes marciales de Silvia. Aunque ella era talentosa, las habilidades de Neil no eran inferiores a las de ella. Si peleaban, él podría cuestionarla sobre el momento en el que había aprendido artes marciales. Silvia lo miró sin emoción. Justo cuando él estaba a punto de hablar, escuchó el ligero sonido de ‘ting’. Él frunció el ceño, confundido. De repente, Silvia comenzó una cuenta regresiva. “¡Tres!”. “¡Dos!”. “¡Uno!”. Cuando Silvia dijo el último número, Neil cayó inconsciente. Ella lo llevó al sofá y se fue sin mirar atrás. Cuando Neil se despertó, ya era de mañana. Neil se sobó la frente y de repente recordó lo que había ocurrido. Abrió sus penetrantes ojos y miró a su alrededor, pero cuando no pudo encontrar a Silvia, frunció el ceño inconscientemente. Él llamó a Curtis de inmediato. “¡Encuentra dónde está Silvia de inmediato!”. … Mientras tanto, un grupo de personas entraba con prisa en lo profundo de la selva lluviosa. Era una docena de hombres, todos con uniformes con camuflaje. Todos tenían heridas de variada gravedad, pero ninguno era incapaz de moverse. Esto quería decir que se trataba de un equipo bien entrenado. El líder llevó a todos a la orilla de un río antes de decirle a aquellos en la retaguardia: "Estaremos a salvo después de cruzar el río". Después de hablar, de repente oyeron un disparo a lo lejos. En ese momento, una bala atravesó la frente del líder. ¡Bang! Mientras su líder caía al suelo, seguían oyendo disparos a su alrededor. En un abrir y cerrar de ojos, solo quedaban cinco de la docena de personas. “¡Salten al río ahora!”. Tras los sonidos de chapuzones, el agua del río terminó turbada. Silvia se quedó quieta mientras miraba fijamente la superficie del río. Estaba tan enfocada que parecía una estatua. En ese momento escuchó la voz grave y profunda de Cóndor a través de sus audífonos. “Iris, nuestra misión principal es matar a Escorpión. El resto son puros lacayos. No son tan importantes. Prepárate para retirarte”. Silvia frunció el ceño. Ella siempre había insistido en no dejar supervivientes. Sin embargo, Cóndor era el comandante de la misión, así que cuando le ordenó retirarse, ella no tuvo más remedio que seguirla. Ella guardó su arma, pero mientras se giraba para irse, escuchó de repente la voz de Cóndor a través de los audífonos decir en un tono ansioso: “¡Cuidado!”. Silvia sintió el peligro también y se movió a un lado rápidamente. Una bala pasó a un lado de su mejilla y le dejó una cicatriz. Ella se giró y disparó en la dirección de donde había venido la bala. Fue tan veloz que el enemigo cayó al suelo con los ojos completamente abiertos. Él murió antes de poder disparar una segunda vez. Cóndor silbó y le dio un cumplido a través de los audífonos. “¡Definitivamente eres Iris! ¡Eres tan veloz como siempre!”. Silvia sonaba indiferente. “Todavía tengo cosas que hacer. Transfiere la comisión a mi cuenta”. Ella cortó la comunicación tras decir esto. … Habían pasado tres días desde que Neil le había ordenado a sus empleados que buscaran a Silvia, pero ellos no habían podido dar con su ubicación. Por tres días, su humor no hizo más que empeorar. Todos en la compañía tenían miedo de acercarse a él. “Señor Remus, esto es lo que he encontrado de la señorita Pond…”. Neil tomó el documento y lo abrió. La información en este no era diferente a la que él podía encontrar. Insatisfecho, Neil tiró el documento sobre su escritorio. “¿Es esto todo lo que tienes después de tres días?”.

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