Capítulo 80
María, ya algo cansada de conversar, decidió marcharse.
Dejó su copa vacía en la bandeja de un camarero, sin tomar otra.
Sus manos vacías indicaban que no tenía intención de seguir socializando.
Justo cuando buscaba un rincón para descansar,
Diego apareció de repente, bloqueando su camino con una copa de vino tinto en la mano.
—Me llamo Diego, ¿te gustaría charlar un rato conmigo?
—Prefiero descansar.
María mantuvo su voz baja, manejando la situación con Diego pacientemente.
Desde antes, la forma en que Diego la miraba la había hecho sentir incómoda.
Ahora, con una mano en el bolsillo, seguía bloqueando su camino repetidamente, incluso después de escuchar su respuesta.
María frunció el ceño, visiblemente molesta.
—Hay muchas mujeres hermosas aquí, ¿por qué me detienes?
—Te pareces a alguien que conozco.
Diego la observaba meticulosamente.
Era similar a María en estatura.
Pero no en la voz.
Él seguía reflexionando.
María, sin embargo, apretó los dedos y mantuvo una expresión serena:
—¿M

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