Capítulo 57
María se quedó mirando, algo sorprendida, y luego bajó la vista hacia su mano.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que, desde que obtuvo el certificado de matrimonio, solía llevar un anillo decorativo en el dedo anular.
Le servía tanto para evitar las miradas codiciosas de algunos en las reuniones.
Como para realzar su propia apariencia.
No esperaba que, en la prisa de este viaje de negocios, lo hubiera olvidado.
Eso explicaría por qué el director no había reconocido su relación con Bruno.
—Vamos ahora mismo.
Dijo Bruno, pagando la cuenta y levantándose de inmediato.
Su eficiencia siempre era impresionante.
María se levantó y siguió a Bruno hasta la joyería más grande de la zona.
Dentro, los destellos de las joyas eran deslumbrantes.
Y María quedó fascinada ante tal variedad.
Intentó tomar una decisión rápida.
Pero Bruno intervino: —Muestra el mejor anillo de diamantes que tengas.
A María le pareció excesivo.
Después de todo, no era un anillo de boda oficial.
¿Necesitaba ser tan lujos

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