Capítulo 38
Laura estaba furiosa.
Si pudiera controlar a Pablo, no le permitiría seguir a María todo el tiempo.
Con su habitual ternura ahora desvanecida, avanzaba con una presencia opresiva.
—Te aconsejo que comprendas la situación. Pablo no lo sabe, pero yo sí, ser la amante de la familia Gómez no es tarea fácil. Si te comportas, quizás incluso consigas algo de dinero para tu vejez.
—Pero si sigues seduciendo a Pablo, informaré a la señora Gómez sobre tus aventuras. ¿Qué crees que hará al descubrir que su flamante esposo te mantiene a escondidas?
Una chispa de malicia brillaba en los ojos de Laura.
Estaba segura de que la familia Gómez no tomaría represalias contra Bruno, el libertino; harían que la señora Gómez aplastara a María, la amante.
De repente, María se rió.
—¿Tienes idea de quién es la señora Gómez? ¿Y aún así te atreves a amenazarme aquí?
Claro, Laura no lo sabía.
Pero al ver la expresión despectiva de María, no pudo admitir honestamente su ignorancia.
Sin embargo, conocía las reglas

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