Capítulo 22
“¿Qué tal si te quedas en mi casa por unos días?” dijo William, sintiendo lástima por ella.
“¿Vivir contigo?” preguntó Valeria. De hecho, aunque agradecía su consideración, no estaba dispuesta a arriesgarse de esta manera. Al fin y al cabo, era un proxeneta, así que podría perder los estribos y entrar en su habitación en medio de la noche.
Tras percibir su sensación vacilante, el rostro de William se volvió sombrío. Entonces, dijo: “Depende de ti. ¿Crees que quiero que te quedes en mi casa?”
En vista de que estaba perdiendo la paciencia, Valeria no tuvo otra opción más que aceptar: “Está bien. Viviré en tu casa y te pagaré el alquiler. Pero antes, ¡te advierto que no te hagas ilusiones conmigo!”
“¿Ah? Estás bromeando, ¿verdad? ¡Solo mírate en el espejo y notarás que tu cuerpo es tan plano como una tabla! De hecho, de no ser porque me abrazaste la última vez, no te habría tocado ni así hubiese estado drogado”.
Tras escuchar esto, Valeria lo calificó como el peor de los hombres. Al

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