Capítulo 77 Silvia está en Desafío
Eduardo arqueó una ceja.
Silvia siempre había sido una mujer muy reservada.
Incluso cuando compartían una comida o un café, su comportamiento nunca dejaba lugar a interpretaciones ambiguas.
Esta era la primera vez que ella le agarraba la mano de esa manera, como si fuera una persona que se ahoga y se aferra desesperadamente a un trozo de madera flotante.
Eduardo la miró y notó una ligera humedad en sus ojos.
Le resultaba difícil no conmoverse. Suspiró en silencio y, con una voz suave, preguntó: —¿Qué le pasa, Señorita Silvia? ¿Qué le ha ocurrido?
Silvia, sintiendo la brisa marina, experimentaba un dolor sordo en la parte posterior de su cabeza. Preguntó sin preámbulo: —Profesor Eduardo, ¿usted trajo a una acompañante?
—No.
—¿Y su hermano trajo a una acompañante?
—Sí, trajo.
—¿Una novia?
Eduardo, con una respuesta medida, dijo: —Eso no lo sé con certeza.
Definitivamente no era una novia.
Si fuera alguien con un estatus tan definido, su respuesta habría sido diferente. ¿Cómo no iba a
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