Capítulo 28: ¿Cómo lidiar con un embarazo real?
Silvia despertó y ya era de día.
El dolor de cabeza por la resaca era insoportable, y no pudo evitar gemir.
Entonces, una voz fría y distante resonó a su lado: —El agua está en la mesita de noche a tu izquierda.
¿Era esa la voz de Ángel?
Silvia abrió los ojos casi de inmediato, y allí, en la silla junto a la cama, Ángel estaba sentado con las piernas cruzadas, mirándola.
—¿Qué hace aquí el presidente Ángel? —Luego se dio cuenta de que estaba en un hospital, con una vía intravenosa en el dorso de la mano, y se sintió confundida—. ¿Qué me pasó?
Ángel respondió con calma: —¿No recuerdas lo de anoche?
—Recuerdo que bebí demasiado, que me emborraché —. Sentía un torbellino en el estómago y un dolor terrible en el abdomen; estaba realmente incómoda, pero pensaba que con dormir en casa bastaría. ¿Era necesario venir al hospital?
Presintió que algo iba mal. —¿Qué más pasó?
Ángel, con un tono enigmático, dijo: —Abortaste.
Silvia se quedó atónita, y de repente sintió que su corazón caía a plo
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