Capítulo 92
—Estoy bien.
María luchaba por levantarse y, de reojo, vio a Diego detrás de Gabriel.
—¿También vino Diego?
No preguntó por qué Diego la había llevado allí ese día.
Supuso que no se había equivocado y, al ver de nuevo a Diego, sintió una distancia en su corazón.
Pero no quería preocupar a Gabriel, así que intencionadamente adoptó una actitud amigable.
—Fingido.
Diego, con las manos en la cintura, pensaba que después de cómo la había tratado, ¿cómo podría María quererlo?
Y su padre, ¿por qué siempre la favorecía? ¿No estaría realmente pensando en casarse con ella?
Después de esperar mucho tiempo sin escuchar a Diego hablar, no pude evitar darle un golpecito en la cabeza: —¿Olvidaste por qué viniste?
Diego siempre ha tenido su propio temperamento, y en verdad me preocupaba que pudiera salir corriendo.
—María, lo siento.
Dijo la frase de mala gana, con la cabeza baja, sin mirar siquiera a María.
—¿Ah? ¿Por qué dices eso de repente? Soy yo quien no te cuidó bien.
María entonces entendió el

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