Capítulo 28
Observando a la pareja frente a mí, cada vez me divertía más la situación, así que me acerqué a Pablo y le susurré al oído:
—¿No es irónico? Alguien se cansa y otro viene a recoger el testigo, y encima ayuda a criar a mi hijo. Decir que no es una reencarnación de un santo sería poco. —Dije en tono burlón.
Le di una palmada en el hombro a Pablo y me giré hacia Sergio con una sonrisa: —Sergio, es hora de irnos...Intenté que mi voz sonara alegre y relajada, no quería que Sergio sintiera la tensión del lugar.
—Mañana tienes que ir a la escuela. —Le recordé a Sergio, quien asintió obediente y se levantó para seguirme lejos de ese lugar desagradable.
Después de que nos fuimos, Pablo se quedó parado allí, su 7expresión cambiante, luchando por controlar su enojo, antes de ofrecerle a Andrea una sonrisa forzada.
—Dado que el Señor Gabriel no nos da la bienvenida, mejor nos vamos.
—Pablo, no sé qué le pasa a Gabriel hoy, él no solía ser así.
Andrea frunció el ceño, claramente confundida.
Pablo n
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