Capítulo 26
Hubo unos minutos de silencio por parte de Francisco; probablemente cubrió el teléfono para que Ana no escuchara lo que estaban diciendo.
Ana estaba un poco preocupada.
Pero no pasaron más de unos minutos antes de que la voz de Francisco se escuchara en el teléfono.
—Anita, no es nada importante, solo algunas cosas pequeñas. Tengo que ir a resolverlas. Descansa bien y, si todavía te sientes mal, ve al hospital, ¿de acuerdo?
—Está bien, lo haré.
Ana no insistió; conocía bien la personalidad de Francisco. Desde pequeños, Francisco siempre había sido el hermano mayor que cuidaba de todos los hermanos menores. Lo que podía soportar por sí mismo, nunca dejaba que la familia se preocupara.
Ella abrió la aplicación bancaria en su teléfono y revisó el saldo de su cuenta.
Ricardo le había transferido el cincuenta por ciento del dinero para reparar la pintura antigua, el resto se lo pagaría cuando el trabajo estuviera terminado.
Ahora tenía más de ochocientos mil dólares en la cuenta.
Desde que
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