Capítulo 43 Compartiendo buenas noticias
La administradora observaba los trozos de vidrio esparcidos por el suelo, mostrando preocupación.
Mónica sacudió la cabeza, forzando una sonrisa en su rostro: —No es necesario, estoy bien, gracias por llegar tan rápido.
—Es nuestro deber, señorita Mónica. Si en el futuro se encuentra con personas problemáticas, no necesita abrir la puerta, solo contacte con seguridad y alguien subirá a manejar la situación.
Dijo la administradora con voz suave.
Mónica asintió, despidió a la administradora y cerró la puerta. Apoyada en ella, su cuerpo se desplomó sin fuerzas y se abrazó a sí misma, permitiéndose finalmente temblar y romper en llanto.
¿Por qué tenía que ser tratada de esa manera?
Pablo fue expulsado del complejo por los guardias, algo que nunca había experimentado, y su rostro se tornó pálido de ira.
—Señor, por favor váyase, o tendremos que llamar a la policía.
Dijo uno de los guardias con una expresión impasible y un atisbo de desprecio en la mirada.
¡Tan guapo y tan mal

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